El palomo ladrón (observación)

He observado por años a las palomas, yo creo que más de la mitad de mi vida, sin embargo no dejan de sorprenderme; a veces una que parecía insignificante cobra un rol protagónico en el palomar, otras veces el que parecía el palomo ideal se nos convierte en un mal educado, peleón y cabletero. La conducta del buen palomo mejora con la madurez, pero el casquero, el chatarrero a medida que entra en años aumentan sus malos hábitos, como; fajarse constantemente con sus vecinos, discriminar muchos granos, es decir seleccionar un grano determinado del alimento y desechar el resto, pasar minutos, a veces hasta horas posado en un cable, cosa que arruina la reputación del palomero. Volviendo a las sorpresas, a veces un palomo que ha volado bastante bien, con un buen radio de acción se pierde a dos cuadras de su palomar dirían los palomeros. Otras veces el es decir el palomo que solo le place dar la vuelta a la manzana cambia sus hábitos y empieza a extender increíblemente su radio de acción. He supuesto que quizás esto se deba al descubrimiento por parte del palomo de un área donde abundan las féminas, aunque a veces estas hembras sean palomas satas o de Castilla, como también se le dice (es una raza de palomas que a menudo se ven en los parques ó en las Iglesias, incluso en los parqueos de los supermercados). Ellos los palomos van al rescate y es asombroso las maromas que hacen para conquistarlas.

 

Ejemplo, se tiran en un tejado estruendosamente, hacen rueda y salen rápido a volar, o amagan como si se fueran a tirar; asustan a la banda de palomas y una vez en el aire persiguen a la seleccionada. Después de perseguirla, confundirla y aislarla del bando ellos pasan delante, toman las riendas para orientarlas al lugar más seguro, que sin dudas es la buchera del gran seductor que a su vez es el mismo. Hay sin embargo otros tipos de seductores, a los que llamo “ladrones de salón”, estos son los maliciosos amantes de las bellas, no excepto de contradicciones por ejemplo, no siempre están dispuestos a emprender el vuelo, no le salen a bandas de palomas, no le salen a palomas que vuelan muy rápido y si le salen por equivocación a una paloma corriente (dígase paloma de Castilla) cuando la examinan en el aire enseguida abandonan el interés de seducirla, e incluso las hallan desagradables y se alejan de ellas veloces. Pero cuando el ladrón de salón topa con una hembra hermosa se produce un bello espectáculo. El macho trata por todos los medios de seducirla a como dé lugar. Del rigor ó de la debilidad de la hembra depende su éxito. Un gran desgaste de energía será necesario para maniobrar como un maestro de paracaidismo. Cortar el paso a la hembra en pleno vuelo, conducirla con una mezcla de seducción y abstracta obligación es su tarea. ¡No puede dejar de ningún modo que su víctima que a su vez el quiere convertir en su amante escape!

 

Para eso ya se ha especializado desde pichón en ser dulcemente agresivo. Tras su apariencia romántica, gallarda, bucólica al fin y al cabo hay un ladrón brutal. A veces sin embargo el cazador puede terminar casado:

Si la hembra es una buena ladrona los papeles se pueden invertir. El celo del palomo lo hará perseguirla y cortejarla hasta su palomar.

Sí el palomero dueño de la hembra es astuto y había planificado la operación, entonces el seductor seducido ya no tendrá regreso .

Un jamo, un lazo ó una gatera; que es el nombre de ese aparato cazador, pondrá fin a su libertad y ahora la suerte del temerario palomo dependerá del dueño de la hermosa ladrona; la provocadora, la trampa perfecta para el tramposo.

Quedará evidenciado que el palomo ladrón no es más que un romántico, un infantiloide, un pequeño corazón expuesto a las más diversas trampas de la suerte. O tal vez como ya había mencionado antes, un contradictorio depredador capaz de arriesgarlo todo, hasta su propia libertad.

Rodrigo de la Luz / Bibliografía Rfe. El Lugareño / 2015

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