La Buchona llamada Laudina

Hemeroteca 1962 *- La buchona llamada Laudina.

En España existe una raza de palomas buchonas, desconocida en los demás países, caracterizada por tener el buche bajo y poco pronunciado, en estado normal, pero adquiere gran aumento durante el arrullo, que por sus instintos y cualidades, es utilizada para atracción a su palomar de palomas y pichones procedentes de otro origen, adjudicándole por este motivo el apelativo de ladronas. Esta raza que tuvo su mejor momento desde los años 1930 al 45, sufre en la actualidad un período de decadencia provocado por la gran cantidad de cruzamientos a que la han sometido, tratando de modificar sus características.

Formación y características de la paloma deportiva.

Se considera como la más antigua de estas palomas la buchona llamada Laudina, creada por el franciscano P. Llaudi, de quien le viene el nombre, que fue rector del convento de Caudete (Albacete), el que según opiniones autorizadas la consiguió mediante el cruzamiento de la paloma mensajera Carrier, de la Zurita roquera y de la buchona Sevillana, lo cual nos junta a la inteligencia de la mensajera, la pugnacidad de la Livia y el vigor sexual de la buchona.

  • Durante todo el primer año de su vida se llamaba colomí (pichón) y apenas si se le prestaba atención, porque sus más relevantes actividades consistían en tomar beatíficamente el sol o picotear distraídamente alguna piedrecita de los tejados.
  • Al segundo año tomaba nombre de jove (joven) y daba alguna puntada sin más consecuencias, lo que hacía concebir esperanzas en mayores empresas al aficionado o por contra empezaba a darle malas miradas.
  • Cumplidos los tres años era adulto y entonces tenía que demostrar lo que en su juventud insinuó.

 

En cuanto al físico diremos que tenía un cuerpo bien desarrollado y de buen tamaño, fuerte musculatura, con proporcionado esqueleto. Se cubría con un plumaje brillante y fino, con plumas anchas y bien imbricadas, que le cubrían los tarsos y aún en muchos casos los dedos.

Cabeza redonda, abombada, como corresponde a un cerebro muy desarrollado, pico corto y fuerte, grandes carúnculas nasales blanco-nacaradas, ojo limpio y del color del «oli» (amarillento) y potentes párpados, formando rosarietes. La pata rojo amoratado, escamosa y corta, (que no hay palomo, ni hoy en día, alto que sea bueno). Su vuelo era lento y majestuoso cuando estaba en faena, nunca en línea recta, sino zigzagueante, buscando el rastro cuando no lo estaba, pero también sabía ser rápido como el que más cuando la ocasión lo demandaba tirando a casa por abajo y por delante como ordenan los cánones, repleto el buche, guapo , adquiriendo un tamaño casi doble del real «barquejant» (barqueando), volviendo la cabeza vigilante a la caza y hasta arrullando en pleno vuelo, todo ello en forma tan conveniente que el «perdido acababa por seguirle ciegamente y, sino se encerraba,» por lo menos había de » tocar patas » en el palomar. Palomos que dominaban la «suelta» hacia un paraje determinado sin que fuera obstáculo para su maestría el que estuviera viciada en el extremo opuesto.

En los «apeos» era un dechado de sabio instinto con arrullos, viajes y toda la gama de «carantoñas» encaminadas a encariñar al «perdido» y arrancarlo tras sí, sin jamás adoptar junto a la caza la actual actitud «faquiresca». Aquellas «faenas», con las lógicas interrupciones en viajes al palomar y sus retornos matemáticos, tenían la clásica belleza que acompaña a las acciones inteligentes.

 

La actitud de estas palomas, que, aunque no llega a la exageración de las buchonas extranjeras, siempre es un poco más erecta que las de las otras razas comunes. El buche, aunque grande, lo tienen un poco caído, lo que les permite usar la vista tanto en vuelo como en las luchas terrestres, cosa que las buchonas extranjeras no pueden hacer, saliéndole entre sus plumas, en la mayor parte de los individuos de esta raza, unos pelos largos muy finos fácilmente perceptibles. Una verruga de variable tamaño, existente bajo el pico, que resalta claramente en los animales adultos, pero pasa muchas veces inadvertida en los jóvenes.

Finalmente incluimos unos datos biométricos conseguidos en el palomar de un aficionado que conserva la raza Laudina en aceptable estado de pureza, pues a pesar de las tendencias imperantes ha persistido en su propósito de no introducir cruzamientos con otras razas.

Alzada al punto más elevado de la cabeza, en el macho 22cm y en la hembra 21cm.

Longitud Occipito-coxigea, en el macho 21cm y en la hembra 19cm.

Longitud de la cola, en el macho 12,5cm y en la hembra 12cm.

Diámetro dorso-esternal, en el macho 7,6cm y en la hembra 6,9cm.

Longitud del ala, en el macho 31,5cm y en la hembra 27cm.

Longitud tarso, en el macho 3,4cm y en la hembra 3,4cm.

Perímetro tarso, en el macho 2,3cm y en la hembra 2,3cm.

Longitud del pico – Puntas-comisuras, en el macho 2,2cm y en la hembra 2,2cm.

Punta carúnculas nasales, en el macho 0,7cm y en la hembra 1 a 1,2cm.

Esta clase de palomas se cultiva sobre todo en las provincias del Levante Español desde donde se ha extendido a Cataluña, Madrid y Andalucía, saltando al mismo tiempo, probablemente en manos valencianas, al Norte de África y a algunas repúblicas Sudamericanas, sobre todo a la Argentina.

Extrac. BZ/1962 Córdoba.

 

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