Las Palomas Buchonas 1922

*- Hemeroteca 1922

LAS PALOMAS BUCHONAS (Columba Livia guturosa)

La originalidad del interesante bicolor con que se adorna la portada de este número, que debemos a la amabilidad de nuestro colega italiano liassa Corte, nos induce a escribir algo sobre las palomas Buchonas, esa casta con la que el gran Cornevin formó la Sección II de su clasificación general, a la que llamó de esófago modificado, en la que sólo entraron seis variedades., a saber : la Escocesa o Inglesa (véase bicolor de la cubierta), la Neerlandesa, la de Lille o Francesa, la Alemana, la Húngara (véase la auto tipia que se intercala) y la Enana de Ámsterdam, no figurando entre ellas la Buchona española por la sencilla razón de que Cornevin no llegó a conocerla. Esta es, por cierto, la única raza de buchonas que presenta características morfológicas y fisiológicas absolutamente distintas de las seis sub razas citadas por Cornevin. En efecto, éstas tienen como característica saliente la longitud de las patas y su postura vertical, en tanto la Buchona Española tiene las patas de longitud normal, así como su porte, de suerte que, en realidad, constituye no una sub raza, sino una raza perfectamente distinta de aquéllas, aunque con la característica común de la dilatación esofágica, poco pronunciada cuando el animal no arrulla. Fisiológicamente considerada, la Buchona Española difiere también de las extranjeras en su extraordinario vigor, en su fecundidad y en que, así como éstas no suelen criar bien a sus pequeñuelos, nuestras Buchonas los crían bien.

 

En las Buchonas extranjeras apenas hay músculos, mientras que en las españolas éstas adquieren el desarrollo normal propio de toda paloma de consumo, y su carne es tan fina y aprovechable como la de cualquier otra casta de las que se crían para el mercado. La paloma Buchona, o de esófago dilatado o modificado, es conocida desde hace ya varios siglos, pues Aldrovando habló ya de ella en los años de 1600, y si bien se la conoce en toda Europa, con ella han llegado a seleccionarse y fijarse los caracteres de las siete castas hoy más conocidas, esto es, las seis descritas por Cornevin y casi todos los autores que de palomas escribieron, y la Buchona Española, de la que ninguno de ellos ha llegado a ocuparse por desconocerla en absoluto. Las seis primeras tienen como características generales las siguientes: Esófago o buche muy grande y dilatado cuando al arrullar se llena de aire. Cuerpo y miembros largos, generalmente con mayor número de vertebras sacras y coxígeas y porte vertical, alto o levantado y patas unas veces limpias y otras emplumadas. La sub razas de Ámsterdam presenta iguales características, pero en nanismo absoluto y con las patas más cortas. En la buchona española solo se observa la dilatación esofágica siendo su porte y formas generales las de la paloma común, aunque de mayor volumen, pero sin llegar alcanzar el de las palomas mallorquinas y romanas verdaderas gigantes de la especie. Créese vulgarmente que la bola que se forma en las Buchonas cuando se llenan de aire, la forma el buche) y de ahí su nombre español, y, sin embargo, aunque en parte se hinche esa bolsa o última sección del esófago, la mayor parte de la dilatación corresponde a éste, y de ahí que resulte más apropiado el nombre francés de Grosse-gorge (cuello grande) que el de buchona, que se le dio en España, Los ingleses diéronles el nombre de Pouters, porque en su lengua pouter quiere decir «hombre altivo, ceñudo, que pone mala cara», y en efecto, mucho contrasta el porte altivo de las buchonas inglesas con los andares y el porte humilde de las demás razas de palomas.

 

Para convencerse de que la dilatación o bola de viento en las buchonas se debe, más que al buche, al esófago, hasta examinar las figuras demostrativas de Cornevin, en las que se establece término de comparación entre dichos órganos de las palomas zuritas y de las buchonas. En ellas se ve fácilmente que el buche apenas se llena de aire y que éste queda principalmente alojado en las tres cuartas partes anteriores del Esófago. Las Buchonas Escocesas o inglesas y las Neerlandesas son las de mayor volumen entre las sub razas representantes de esta Sección; las dé Lille o Francesas son más pequeñas, de formas más graciosas. y no tienen tantas plumas como las otras en los tarsos; sólo el dedo medio debe tener algunas y pequeñas. La Buchona Húngara es la que menos se hincha, por decirlo así, pero es muy apreciada por la belleza de su plumaje y como paloma de Exposición. La forma enana de las buchonas se encuentra en la sub raza de Amsterdam. En ella, las patas son cortas y el arrullo es estrepitoso, tanto en los machos como en las hembras. lo cual no suele ocurrir en las otras sub razas. Nuestra Buchona Española ya dijimos que sólo tiene de común con las demás buchonas su dilatación esofágica, siendo en lo demás como las palomas comunes y de coloración hasta algún tanto parecida a las mensajeras, con la cabeza más grande y redondeada. Así como las buchonas extranjeras cuando tienen el esófago hinchado pueden permanecer en postura levantada, casi vertical, las españolas llevan el buche bajo, casi colgante. La Buchona Española es ave muy precoz en su desarrollo sexual y muy ardiente. De ahí que en España se la dedique a una profesión muy poco honrosa, entrenándola al robo o rapto de las hembras jóvenes de otras castas, cuyos machos, menos precoces, nada les dicen hasta los tres o cuatro meses, en tanto las palomas ladronas saben arrullarlas y las seducen fácilmente, llevándolas, o mejor dicho, arrastrándolas a sus palomares, donde quedan prisioneras en manos del caco que supo hallar el medio de ganarse la vida con el robo no castigado por las leyes. Ese deporte, porque al rango de deporte se atrevieron a elevarlo sus mantenedores, se practica mucho en Valencia, en Andalucía y algo en Cataluña.

 

Su base es la de tener machos buchones desapareados, es decir, siempre sin hembra, y, naturalmente, su tendencia es la de buscárselas. Durante todo el día se les tiene sueltos y constantemente vuelan sobre la población tomando vistas. En el momento que descubren una hembrita joven, empiezan a volar sobre ella, la arrullan, hasta en pleno vuelo, y cuando ha logrado llamar su atención y aquélla toma el vuelo, se colocan a su lado, siguen arrullándola con mayores bríos, la alejan de su palomar y acaban por arrastrarla hacia el suyo, donde saben retenerla hasta que llega el dueño para retorcerle el pescuezo. En las grandes capitales y aun en las pequeñas poblaciones donde se crían muchas palomas, hay cacos que con sus buchonas se ganan un excelente jornal. Para los criadores de palomas mensajeras, las buchonas fueron siempre una calamidad, porque se les llevan numerosas hembritas, cuando, por necesidad deben tenerse sueltas para que se aquerencien y tomen vistas, base de su educación o entrenamiento para los viajes. Los belgas llaman Colbeurs a las palomas buchonas, y las autoridades tienen decretada la clausura de los palomares de buchonas por ilegal y punible la industria del robo a que dan lugar. En España nunca pudo lograrse tal medida, pero los colombófilos lo arreglaron de otro modo. Apenas revolotea una buchona sobre un palomar de mensajeras, aparecen las escopetitas de salón, que dan buena cuenta de aquélla. No hay que temer las represalias, pues sabido es el castigo decretado para el que mata a una paloma mensajera, mientras que no hay castigo para el que mata a una buchona. La cosa es natural, porque quien mata a un ladrón.. cien años de perdón

 R.MA9 / Prof. Castelló / 1922

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