El Pintao en amarillo

*- Hemeroteca 1990

“EL PINTAO”  En Amarillo

De nuevo con vosotros. En este mi tercer artículo quisiera hablaros y al mismo tiempo rendir un pequeño homenaje, a un “azul” que procedente del Puerto de Sta. María, llegó a Rota a manos de José Niño Bellido, aquí familiarmente conocido por “El gordo”. El palomo fue comprado, en aquel entonces, por setenta y cinco pesetas.

No podía suponer “El gordo” que de tan poco dinero, saldría tan grande palomo, puesto que cuando lo voló, lo asentó y puso “en suelta”, dejó muy sentado que, para cogerlo y dominarlo, había que echarle muchas horas a la azotea, escondido y agarrado a las cuerdas de las trampas.

El “pintao” es amarillo (así venía “pintao” del Puerto y así siguió pintándolo el gordo), era el palomo que se hacía querer y admirar por todos, era, el fiel cazador incansable.

Aquí el que más y el que menos de los que lo conocieron, cuentan algo de él. Una de las batallas que cuentan, era que iba a casa de un aficionado a por hembras. Este tenía más trampas en su casa que palomos, y decía, cuando empezó a ir, que no tardaría mucho en caer, porque entraba en la azotea como Mateo por su casa. Y sí, como Mateo por su casa pero sabiendo en todo momento dónde pisaba, puesto que el “pintao” llegaba y se correteaba el pretil entero, en el cual, como no, había tres o cuatro trampas de paso, estando éstas pintadas de cal, para que hubiera, la menor diferencia posible con dicho pretil. Y se las saltaba, lo hacía de trozo libre a trozo libre, hasta que llegaba a la esquina y citaba para su casa. Y todo esto lo hacía con tal dominio y tal elegancia, que dejaba boquiabierto aquel que disfrutara viéndolo.

 

Cuentan también que dos aficionados cansados de escuchar victorias del “pintao” decidieron poner sus pajaras viejas en hembreo, para dar fin a sus conquistas. Estas fueron una prieta y una baya, la prieta tan sólo le duró tres días, más la otra, la baya de Juan Serrano, la baya vieja, la que no perdonaba pájaro que se cruzara en su camino, estaba hecha de la misma pasta, ya que cuando días más tarde se encontraron, se encariñaron y se hicieron pareja, estuvieron en duro duelo más de un mes, en los que al alba el galán, nada más comer unos granos, ya estaba en el Hotel (edificio alto, cercano a la casa de la baya), llamándola, para poco tiempo más tarde, irse a otro edificio alto, lindante con la casa del “pintao”, Casi sin llegar ninguno a poner los pies en casa del otro. La baya llegó a poner huevos del  “pintao” y su dueño, enfurecido por no haber cumplido lo que dijo, los rompió en un momento de acaloramiento.

Mucho se comentó entonces que es lo que hubiera salido de aquellos huevos. Luego, después de aquel mes, y como de mutuo acuerdo ambos ejemplares, se dejaron de ver y se dedicaron a empresas más fáciles. Otras de las anécdotas que me contaron, fue la del hasta hace poco presidente de la sociedad de Rota, José A. Bernal. Este tenía en aquel entonces su hembra de turno, Un día se le pierde y perdida estuvo durante más de diez días. Al cabo de éstos y estando en la azotea, llegó la paloma con un macho muy encelado, pegado a ella. Cuál no sería su sorpresa al ver que éste era el “pintao”. El “gordo” había dejado, por necesidades laborales agropecuarias, los palomos de la mano de Dios.

 

La hembra volvía a su casa con hambre. Bernal la cogió y se dio cuenta de que estaba al poner. Se dijo ésta es la mía, esta vez “pintao” no te escapas. Incapacitó la hembra con esparatrapo y la soltó en el suelo con su macho anterior. El “pintao” que se había quedado en la antena esperando la salida de su pájara, al ver que a ésta la rondaba otro palomo se lo comían los celos y era, un manojo de nervios. Poco tardó en bajar a la azotea, pero menos tardó en subirse de nuevo a la antena, sólo poner las patas en la espalda a la hembra, darle un buen picotazo y salir pitando de nuevo hacia arriba. Toda la tarde se llevó así, como si el suelo le pinchara o le diera calambre.

Al anochecer miró por última vez a su compañera y se fue de regreso a casa, dejando tras sí, a un Bernal que no podía creer que aquella tarde no lo cogiera. Como dijo D. Jaime Canto Navarro: ¡qué palomos de instinto tan fino y tan seguro para su dueño!

El “pintao” murió a los siete años de su llegada a Rota. Siete años de continua batalla. Siete años los cuales dejaron más de una cicatriz en su cuerpo, ya que fueron muchos los tropezones con cables y redes, algún que otro buen escobazo y como no, varias veces “plomeao”. Esto último fue, la causa de su muerte, ya que alguien, incapaz de dominarlo opto por la única y cobarde manera de vencerlo ¡un tiro!, muriendo (dando una última prueba de su gran fidelidad), en la tablilla de su cañizola.

Francis (Rota) / PD111/17/09/1990

*- VEAMOS UN VIDEO SOBRE EL PALOMO DE CLASE

Un comentario sobre «El Pintao en amarillo»

  1. Excelente historia me recordo un Palomo de un amigo mio que murio hoy fuera muyel muy viejo su palomo negro robaba igual seducion patas e inteligencia trasmitia a su dependencia pero el fue unico

Deja un comentario

Seguir

Únete a nuestros seguidores