Del escobazo, al palmero con manotazo y al cajón
Cuando nos iniciamos en esto del palomo de trabajo lo principal es saber que queremos y que tipo de palomo debe ser en el aire, suelo o pretil con su conquista. (Cuando hablo de pretil me estoy refiriendo al trabajo que hace con la hembra una vez atraída al palomar). La exigencia debe ser máxima si queremos tener un buen palomar, y por supuesto como primer objetivo el palomo debe ser para el vuelo y sobre todo volador. Pero, ¿se vuelan los palomos cuando los llamamos de trabajo siendo raza o cruzado?. Los aficionados que dicen dedicarse a esta afición a veces se ven limitados por su entorno. Y digo esto por la evolución arquitectónica de los pueblos o ciudades donde cada vez los edificios y forma de vida nos impiden estas prácticas, donde a veces no podemos disfrutar plenamente de nuestro ocio. También podríamos decir que con la llegada de los estándares y de su mano los concursos de ámbito cerrado, atraigan a una gran parte de la afición, dejando a un lado estas prácticas.
Pero quienes lo practican deben corresponder que dentro de las exigencia está la de ponerlos, donde nos demuestre sus instintos en el terreno de vuelo. Sin importarnos el riesgo el objetivo es tener buenos competidores, y no cogerle el palomo al vecino por decir que buen palomo tengo. A veces he visitado palomares donde dicen que los ponen (suelta, hembreo y zuriteo) y en realidad lo que hacen es soltar palomos con bastante celo y durante tan solo el tiempo que su dueño permanece en su azotea o recogiéndolos por la tarde. En otros casos los sueltan como se suele decir en este argot al bandujo, sin importarles que otros palomos este también suelto, como pichones, parejas de cría, etc. En mi opinión con estas formas nunca sabremos si el palomo es bueno, y tampoco se podría decir que hace suelta, ya que las formas no son las más correctas dentro de sus normas. Otra contradicción que he observado en esta afición sea al palomo de trabajo o verlo volar por su estética, es que no maduran y siguen actuando como chiquillos en sus principios desde el desconocimiento y la falta de experiencia, donde por insistencia hacen volar a los animales espantándolos bien con palmadas, piedrecitas, e incluso asustándolos con la escoba que se suele tener para barrer más cercana.
Eso cuando no los recogen al manotazo porque le toca volar a otro, o quieren impresionar a sus visitantes, y probablemente el visitante por este tipo de detalles ya en su mente esté catalogando al palomero por sus artes. Parece de risa y mejor reírnos un poco, pero es una realidad que todavía muchos de quienes se llaman palomeros actúan de ese modo tan desconocedor e ignorante en esta afición. El animal que es bueno y trae su carácter lo debe demostrar sin la mano de su dueño forzándolo a volar, y si por él mismo no lo demuestra, pues nos indica falto de instinto para su cometido. Aunque a veces el propio dueño es quien por mal acostumbrar al animal lo hace producto de su proceder. A pesar de la mano del hombre en cruzar para crear nuevas razas, no dejando de ser un nuevo buchón, hay que entender que el animal desde sus comienzos fue un palomo de trabajo y se crearon desde su nacimiento para ese cometido. Persecución, seducción y conservación, ya todo lo añadido estéticamente y a sus funciones es secundario. Lo demás encamina a convertirse en un palomo de fantasía o cajón, como ocurre en muchas razas que por decisión de sus criadores dieron ese salto actualmente.
Luis db Nano PStMa/2014
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