Manolo Sastre el perfil de un Crack

Timoneras, homocigosis, homocigótico. ¡Joder como nos hemos puesto los palomeros! ; Que exquisitez! Y es que así, de esta manera, con estas palabras, nos recibía en su casa un palomero en una visita que le hacíamos unos cuantos amigos. Anteriormente me había comentado mi amigo Pepe que este sabía mucho de palomos, porque había tenido Moroncelos y había estado «metio» en el mundo de las exposiciones y que conocía a Manolo Tolosa. ¡Manolo coño, eres una institución! Sin embargo, y aunque me gustara mucho un palomo que tenía no me pareció su afición. y que me perdone, de dejarme con la boca abierta. Digo esto porque de siempre he escuchado aquello de que hay que ver lo que sabe de palomos fulanito o zutanito. Y es verdad, hay ver lo que sabe la gente. Hay algunos que, por ejemplo, saben sobre colores lo que no hay en los escritos. Otros como un palomero de Jerez, que cuando alguien de esa localidad lea esto sabrá quién es, son verdaderas bibliotecas con patas, capaces de acordarse de las ligas que se hicieron hace treinta o cuarenta años. Otros son verdaderas instituciones en historia general de los palomos. Otros van (voy) de aprendices de brujo y escriben articulillos en «distinguidas» revistas. Algunos (ratones de club), llegan incluso un poco más lejos pues suelen llegar. ¡Jo!, hasta secretarios. ¡Un paso más allá y se convierten en palomeros políticos, que es el no va más!.

 

Otros no son simplemente ni tan siquiera capaces de hacer nada de esto: ¿Pero oye?, que sí que manejan un lenguaje fluido, al tiempo que una mente pródiga, capaz de encumbrar hasta lo sublime su mediocridad servida en azotea. Bueno pues para mí, que todos no somos sino un atajo de cretinos jugando a la Omnisciencia palomera, si después no eres capaz de ser un buen creativo en la azotea y tener buenos bichos. Hombre si los tienes, pues entonces es que eres… ¡la leche! pero si no a lo más que puede llegar uno es u crítico de arte, que, aunque nada deshonesto, sí por lo menos me parece algo triste. El que sí que los tiene es Manuel Armenteros, Manolo Sastre. Y les puedo asegurar que los pájaros que ha sacao Manolo no le tocaron en la primitiva, se los ha curao él mismo. Para mí Manolo es un Crack en mi afición. Pero es que Manolo no dice homocigótico, ni escribe en las resistas, ni le importa la historia de los palomos. ni ha sido nunca encumbrado a una secretaría, ni leches migás, Manolo solo hace bien, como palomero, sacar de su chistera particular duendes con plumas, que el tiempo filtrado por la memoria acabará por convertir en semidioses. ¿Qué como lo hace? Pues con el nudo ese que se le hace a los que son de: ¡o saco ese bicho o me va a dar algo! Siempre le ha parecido poco sus palomos. Es una continua lucha. Es un no parar de aquí para allá buscando aquello que necesite para su afición.

 

El que se cree el ombligo del mundo las moscas se lo comen. Pero lo de creerse el centro del universo me parece que no es tanto cuestión de falso orgullo, de arrogancia, como de que, en un momento dado, no se nos resienta la autoestima. Por ejemplo. cuando vi la madre de los Embrujaos en casa de Juanito Canani me quedé con el diafragma algo encogio, y sin embargo no fui capaz de decirle al Canani que me la vendiera (cosa que él quería hacer), que me la cambiara, me la dejara, o yo que leches sé. Y me vine para mi casa pensando a ver como puñetas sacaba yo otro bicho como ese. Manolo se dejó de historias fue y se la compró. Y lo mismo hizo con El Cola del Gavilla. Echó la collera y sacó los Embrujaos. Había mejorado al Cola y a la Embrujá vieja. Canani y Gavilla lo más que podían decir era que los Embrujaos venían de sus palomos, que poca cosa se me antoja. Sin embargo, decir Sastre es decir Embrujao y viceversa ¿Y saben? es bonito eso: Unir palomos a tu nombre o tu nombre a ciertos palomos. En Badajoz he observado un algo parecido a lo de mi tontorrón orgullo y la madre de los Embrujados. Para mí la diferencia que existe entre Los Metrallas de José Rivera y el resto de los palomos que allí veo es de mil leguas viaje submarino. Puede que esto pueda parecer desvirtuado porque Pepe es mi amigo, pero no se engañen si Pepe no tuviera nada que mereciera la pena sería tan granítico con sus palomos como soy con los de los demás y con los míos, treinta y muchos años de palomos dan para que uno solo vea o Mostros o chuchos, ya no hay término medio. Bueno pues corno decía de Los Metrallas, el que sean pocos los que vayan a adquirir palomos de Pepe no me dice nada más que el genio del Sastre brilla por su ausencia, pues estoy seguro de que si viviera en Badajoz ya se las habría ingeniado para adquirir Los Metrallas de mi amigo.

 

Pero no solo eso, es que, seguro que se habría hecho con la pájara tal o cual, de Alberto, Manolo, Raúl o de quien fuera y hubiera sacado sus Embrujaos particulares, y que estoy seguro también hubieran superado a sus progenitores. El niño del Sastre (su padre lo era y de ahí el apodo), tiene un curriculum de pájaros sacaos bestial. Doy por sentado que se sobreentiende que Manolo no es de los de adquirir palomos a diestro y siniestro, para coleccionarlos, sin sacar nada bueno de ellos. El Sastre siempre ha tenido la azotea llena de gente, y es que para mí que solo hay dos tipos de palomeros: los casposos y los interesante, que son los que suelen tener la azotea llena de golosinas. Golosinas como los Embrujaos que han colonizado la afición de Los Clases. Se que cada raza tiene sus Sastres que con sus tijeras imponen las modas a seguir. Todos los especímenes de palomeros antes descritos no seríamos nada sin ellos. Los críticos de películas no serían nada sin los directores y los actores.  Solo me queda decir por lo que a mí respecta, que sin este tipo de gente que crean pequeños seres que soñar, creo que uno simplemente no tendría nada que contar. Así que desde esta posibilidad de dejarme sentir que me ha brindado y me brinda la epopeya de nuestro Paco y su Columba (y no crean que soy lírico lo es Huérfano quedare: huérfanos quedaremos), vaya mi más sincera admiración a esos pocos palomeros llenos de creatividad que pululan por nuestra geografía llenándonos los ojos, el cerebro mejor, de exquisiteces. Gracias y hasta siempre.

El Francis / Rota, Cádiz 2002

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