Muerte de una Afición

Muerte de una Afición

Visito, hace un par de días, a un palomero conocido, en un pueblo cualquiera de la provincia de Jaén. Muchos machos en vuelo. ¿diez, quince, veinte? Lo habitual, en estos tiempos, en casa de cualquier palomero conocido y reconocido. Los palomos, permanentemente sueltos. Las trampas, sin cuerda. Cuando quiere coger algún palomo, para que veamos algún detalle de la cabeza, el palomero sale corriendo y atrapa al palomo como puede, mal que bien. Como hay tantos palomos, el dueño, como es habitual, les pone la comida en un comedero, en el suelo de la terraza Y, como en el pueblo abundan las zuritas, acuden a comer al comedero colectivo. Y el palomero, de cuando en cuando, no tiene más remedio que acecharlas con la escopetilla de plomos para mantener a raya a esas ladronas que le roban la comida. Y que no pueden traer nada bueno a sus selectos ejemplares, nada más que enfermedades, de las que son portadoras. Su sueño seria que no quedara una sola zurita en el pueblo que pudiera contaminar a sus palomos. Como fue el sueño imposible, durante tantos años, de los aficionados a los picas, para que las zuritas no perturbaran las sueltas. Matadas las tirará a la basura. Me vuelvo a casa pensativo. Y escandalizado.

 

¿Tanto ha podido cambiar esta afición? Antes, hace treinta años o más, cuando este palomero era un chiquillo, la zurita en celo era una apreciadísima pieza de caza. El día que uno de nuestros palomos era capaz de traer una, y después de una faena que recordábamos durante mucho tiempo era capaz de encerrarla, era un día señalado en el calendario del palomero.  El palomero la valoraba y la respetaba, como elemento principalísimo de su afición. Ahora, para tantos aficionados que se siguen llamando palomeros, la zurita se ha convertido en una rata con alas, que se come su comida, que puede hacer enfermar a sus palomos y que es eliminada a tiros delante de los que antiguamente iban por ella. Con el búfalo americano pasó algo parecido. Era el centro de la vida de los indios de las praderas, que vivían a su compás, se alimentaban y vestían de él.

¿Qué pensarían los indios cuando vieran al hombre blanco matando búfalos desde el ferrocarril, por puro placer de pegar tiros, dejándolos luego abandonados sobre el terreno para que se pudrieran sus cadáveres? Corno palomero que, por mis años, he vivido aquellos en los que cazar una zurita encelada era una fiesta, me siento, a otro nivel, por supuesto, tan escandalizado como el indio que viera matar búfalos por capricho. Tengo mi propia religión, que he ido fabricando, con ayuda del tiempo. Y para mi religión, matar zurdas en tropel, en un comedero, a la vista de los palomos y con una escopetilla de plomos, es un pecado. Y una afición que da por bueno un suceso como éste, hace ya mucho tiempo que está muerta

Luis Montiel Bueno / RAV59/2004

 

4 comentarios sobre «Muerte de una Afición»

  1. hombre matar a las zuritas no se debe hacer pero en cierta manera cuando hay en demasia se convierten en plagas crian en casas las cuales protestan sus dueños no tienen ningun control asi que nosotros los que tenemos palomos controlados somos algo bueno para que este tipo de cosas no pasen ya que politicos que no entienden sobre palomos hacen leyes como la que aqui intentaron poner de no poder tener palomares dentro del casco urbano cuando hay tanta zurita de pueblo no salvaje que van a comer a palomares y si llegan enfermas y pegan esas enfermedades a nuestros ejemplares no por eso hay que matarlas sin embargo si lo hacen los ayuntamientos de pueblos con este tipo de problema eso de los bufalos y esa historia estaria bien para adjudicarsela a quien lo hace como bien ha comentado en ese escrito los piqueros que con el consentimiento de los ayuntamientos las intentan exterminar a porrillos con redes y demas en eso no estoy de acuerdo pero se hacen y todo aquel que hace ese tipo de cosas habria que denunciarlo otra cosa es quitar de enmedio la que se coje presisamente para tener a raya y no se conviertan en plaga

  2. Buenas noches: Interesante la reflexión del artículo. De hecho, los palomos buchones se crearon justamente para atraer palomas y, en tiempos de hambre y pobreza, gracias a esas cazas, muchas familias llenaban el puchero. Y los palomeros se hacían auténticos expertos en preparar a sus ejemplares para cazar. Era una alegría el ver regresar al palomar a un ejemplar, llevando tras de si una zurita. Ahora ya esa afición se ha `perdido. Vas a un palomar y hay 20 o más palomos sueltos y claro, asi no es el caso. Un palomero que suelta muchos ejemplares a la vez, los palomos se machean entre ellos y se recortan y no vuelan lo suficiente. cosa que, esos mismos ejemplares, de soltarles de uno en uno o como mucho soltar 3, entonces se vería claramente si realmente valen y siguen manteniendo ese instinto de cazadores. Los palomeros actuales no ejercitan esa afición, es más, rechazan a las zuritas y matan zuritas por matar. El palomero que comenzó su afición desde niño y valora lo que es un buchón enrazado trabajando a la zurita, no se dedica a soltar muchos ejemplares juntos y mucho menos dedicarse a estar matando palomas sin ton ni son. Porque lo bonito es ver el trabajo de seducción de estos palomos.

  3. Pues si Luis todo el mundo anda muy desnortado y la verdad es que a nadie le importan estas posturas .Desde que Rafael yuste empezo con toda su buena intencion la creacion de los standars han aflorado una nueva aficion que no ya solo es que sea absurda en sus principios es que se atribuyen hazañas de palomos ladrones y cuentan historias delirantes.Cada vez hay mas gente teniendo palomas y menos palomeros.Para ser palomista de palomo ladron en el caso de zuritas deberia de haber un carnet y que se tuviera que pasar una prueba para mi esencial que es la que documento en videos Espartaco y es la de pillar un zurito salvaje , adaptarlo , y ponerlo a robar .Si uno es capaz de hacer eso la mayoria de conocimientos que debe dominar un palomista de palomo ladron se le suponen porque ese es el sumun de un aficionado saber estar dentro de la cabeza del animal y conseguir que haga lo que uno pretende

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