Visitamos la Sociedad de Colombicultura «La Giralda».
Palomas Andaluzas, el arte de la seducción.
Es increíble, el mundo en crisis, la muerte, la injusticia, el miedo, la guerra, la amenaza de algo peor…. Y nosotros aquí hablando de palomos!! Y de estas palomas cuya mayor virtud es la de su capacidad para el amor. El aficionado habla de estas aves en términos de dotes de seducción, de salir a engatusar, y seguramente pasan horas observándolas en el transcurso del bellísimo ceremonial dirigido a enamorar a las hembras.
Contar con deleite cómo un palomo andaluz se escapa al Parque de Merla Luisa cada mañana y se trae con él a su «dama, (¡las del parque son las más, resultonas, la mete en cajón y baila para ella la danza del conquistador, «sin tocarla!». es sin duda privilegio de los colombicultores.
Amar a estos palomos buchones, nacidos para ser hermosos entre los suyos y entre los afortunados hombres que han logrado conocer el secreto de su belleza significa alimentar, cuidar, gastar el tiempo y el dinero esperando solo ser testigo de su belleza en las épocas de celo, disfrutar con una hermosa figura compuesta ingrávida en el aire, una figura ritual para conquistar a la pareja. Ser colombicultor es casi, casi, practicar el culto al amor.
Proteger al macho, encerrando a las hembras durante todo el año para dejarlas libres sólo en la época del celo. Proteger decimos, la belleza de él, porque el contacto continuo con «ella» se «carga» su hermosura, es sin duda una manifestación ancestral de los ritos patriarcales presentes en todas las culturas. Y las palomas, que en la mayoría de los casos no sirven de nada, como no sea para deleite —insistimos— de privilegiadas personas que han descubierto la belleza del amor primitivo, del que apenas se parece ya en nada al de los hombres, del amor como destino, tienen aquí leales protectores, que merecen apoyo, porque ya nos quedan muy pocas cosas parecidas…
F. Godoy / NA13/ 30.09.1983
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