Desempolvando el Tiempo

Amigos de afición; Desde mi inicio en la Palomería, hace un montón de años, me percaté que había un grupo de palomas buchonas, dentro del universo columbaire en el que me desempeñaba que, a pesar de carecer de raza alguna, si compartían características morfológicas y conducta similares, así que salí a buscar aquellas bellas aves sin saber realmente lo que buscaba ni lo que quería, solo dejándome llevar por el instinto, presintiendo una fuerza tal, que aún hoy día con mis escasas palabras no logro definir… Más de mil veces erré el camino y tuve que comenzar de nuevo, todo o en parte, hasta que logré lo que yo realmente quería, que no era poco por cierto… Una vez que logré tener un grupo de estas bellas aves, comencé a producir mis propios frutos, lo cual me trajo rápidamente grandes beneficios de todo tipo. Ya hoy día sí sé perfectamente lo que yo estaba buscando y eran los palomos quinterones descendientes de los palomares del gran Colombicultor cubano, Enrique Rodríguez y el valenciano Francisco Laborda y que en su momento fueron utilizados para la modalidad del deporte de las “Plumas Locas”. Palomos excelentes desde todos los puntos de vista y que constituían, de por sí mismos, un palomo de trabajo terminado, venido directamente desde España y ya listo para ser usados en todas las modalidades del deporte que tuvieran que ver con la Colombicultura. “Qué tiempos aquellos”. No debo de abandonar el tema sin recordar que este fue uno de los palomos que conformo el Buchón Criollo Cubano, ya en peligro de extinción hoy día por los cruces sucesivos con razas de palomas españolas actuales, devenidas en aves de fantasía, hasta llevarlo casi a su desaparición total.

 

Pero por aquellos tiempos realizaba una búsqueda frenética buscando un objetivo desconocido que posteriormente me dio un nombre propio y no pocos problemas en este, nuestro triste mundillo. Fui barrio por barrio revisando miles de palomares y entre una montaña de cascos y mixtarracos, extraía con guante de seda los diamantes ocultos que existían en cualquier palomar y fue en la barriada de Santa Amalia donde encontré un ejemplar único e irrepetible que no tenía nada que ver con nadie y era portador de un anillo único que solo rezaba “Federación de Palomos Deportivos” en sus abreviaturas, lo que, que sin decir mucho lo decía todo. El “Pinto de Santa Amalia” no se parecía a nadie, era un palomo mediano, de una belleza increíble, pero que desgraciadamente no “Gallaba” y no pude obtener descendencia alguna de él y nunca me atreví a volarlo por temor de perder mi increíblemente bello palomo, hasta que un día se fue y me dejo solamente una bella e imborrable estampa en el recuerdo. Su plumaje, porte y figura eran propios de él o de la raza a la que pertenecía y que yo ignoraba por completo… Pero en el recodo del tiempo y parado frente a las casillas del palomar del gran colombicultor y amigo de Miami, Luis Zaldívar, allí vi de nuevo el “Pinto de Santa Amalia” pero en esta ocasión me saludaba alegre, vestido de nuevos colores tales como Porcelano, Berrendo, Disciplinado, Zarandalino, Cuervos, etc. o sea el Pinto de Santa Amalia era un palomo buchón Jerezano o Gaditano de vuelo quizás de raza pura si se quiere…

 

Y descendiente de los excelentes Jerezanos que en su momento se importaron desde Andalucía y criados en los mejores palomares de Colombicultura de La Habana… Probablemente mucho mejores que los actuales; Ya desde fechas anteriores a 1948 se reporta en Cuba la presencia de palomos Jerezanos de gran calidad por el gran colombicultor, Rafael Buch Brage y su importación desde Andalucía se pierde en el tiempo…aunque ya se hablaba de palomas buchonas o de Casta desde 1886, mientras que allá en la bella Andalucía, desde fechas anteriores a 1759, se habla de las prácticas mas ancestrales en temas de palomas como son La Palomería en su libro primero y único Régimen de Palomeria que data del año 1711. El Sr. Alfonso de la Rimada nos hace una rectificación en cuanto al Gaditano, y nos dice que son cuatro las razas participantes en su creación: La buchona Colillana conocida en el levante español como antiguo buchón, que volaba con la cola cerrada y llana, la Coliteja, la Coliconcha y la Rafeña. Lo demás fue por el esfuerzo y la inteligencia de los palomeros gaditanos que nos trajeron este maravilloso palomo que hace las delicias de sus criadores porque es completo desde todos los puntos de vista y resume en sí mismo la excelencia de las formidables razas españolas cuando eran palomas ladronas y antes que se perdiera la propia esencia de las mismas y para la cual fueron creadas. Con los nombres de Palomos Isleños, Jerezanos o Gaditanos de vuelo nos muestran lo mejor de allá, desde mi humilde punto de vista. Su origen se pierde en el túnel de los tiempos arropado de historias, fábulas e impresionantes fantasías. Se trata de un buchón mediano, fuertemente seductor, temperamental, provisto de un radio de vuelo increíble, perseguidor implacable y con gran arraigo y conservación a su palomar. Su belleza en la jaula le permite competir con las más vistosas razas españolas, amén de ser buenos criadores y excelentes padres.

 

El Palomar de mi amigo Luis Zaldívar contiene una reserva genética increíble del bello e irrepetible Buchón Jerezano Gaditano de vuelo, palomos estos procedentes de los mejores palomares del Puerto de Santa María en Cádiz, como son los de los grandes colombicultores, Jesús Herrera y Luis Arcila, traídos a Miami mediante la gestión personal de mi gran amigo del Puerto Luis El Nano, de La Palomería. Todas estas aves fueron importadas por Luis Zaldívar acompañadas de su extenso e impecable pedigrí que las vincula con las mejores líneas genéticas del Puerto de Santa María en Cádiz, y el cual conservo impecable para ofrecérselo con gusto a cualquier aficionado que lo procure. Mi amigo Luis Zaldívar me invito amablemente a ver sus magníficos ejemplares y allí pude ver de lo que son capaces estos bellos y formidables palomos miembros de una de las pocas razas que han logrado descifrar el binomio de oro al crear un palomo que reúna la maravilla del doble propósito de ser el galán seductor infatigable de los cielos y ser además un verdadero espectáculo de belleza en la jaula. Y así amigos míos, gracias a la magia de la inquebrantable amistad entre los aficionados, yo pude ver de nuevo al Pinto de Santa Amalia y me mostró sus colores, su belleza, sus pichones y de todo lo que era capaz de hacer con su increíble vuelo de gran distancia y su apego al palomar para el disfrute de mi gran amigo Luis Zaldívar y el mío propio. Desde este humilde relato le envío toda mi admiración a estos grandes colombicultores que crearon esta maravilla y por qué no… a mi gran palomo Jerezano “el Pinto de Santa Amalia”, donde quiera que este… Saludos a La Colombicultura. Lucas Alejandría.

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