Memorias de un palomero de Linares 01
Voy a empezar explicando, a modo de prólogo, toda mi dilatada historia colombófila, desde que poseo uso de razón hasta el presente, así como todo cuanto he realizado en él, para mi, maravilloso arte de la Colombicultura, cuyos primeros contactos puedo afirmar que tuvieron lugar con mi nacimiento, en 1909, es decir hace ya 77 años. Heredé la afición de mi padre, D. Roque Ruiz Ochoa, que nació en Linares (Jaén), en junio de 1.878, también aficionado a los palomos desde su nacimiento, pues los tuvo caseros, gabachos, mensajeros, de fantasía, de jardín y cruzados de todas las razas.
Recuerdo como si fuese hoy todo lo que me contaba sobre Colombicultura. Me contó que había conocido, cuando contaba dieciocho años, a un aficionado, al que llamaba el Cabo López, que era criador de palomo marchenero, en sus dos modalidades de Colitejas y Coliconchas, éste es ancho de albardilla. Conoció también por aquel lejano entonces a otro gran aficionado, llamado D. Rafael Acosta y Velasco, el cual cultivaba la afición de la especie Olguero, de la que obtuvo una paloma olguera ancha, de buche bajo, sin pisárselo. A ésta, según me contó mi padre, se le echó el palomo Coliconcha, obteniendo así unos palomos anchos que, al volar, eran casi Colillanos, pero conservando la fuerza en la albardilla, dado que un Coliteja posee mucha fuerza hacia abajo.
Después de aquello, mi padre le dio una segunda vuelta al Olguero y consiguió el palomo llamado Colillano, muy bonito y esbelto en vuelo, aunque sin verrugas visto en la mano, puesto que, como todos saben, la verruga y el ojo cereza sólo la da el valenciano de raza antigua.
De esta especie, con un 75% de Olguero y un 25% de Coliconcha, mi padre estuvo templándola desde primeros de siglo hasta el año 1915.
Para entonces, alrededor del año 1918, yo ayudaba ya a mi padre a cuidar los palomos, dado que me había inculcado su afición, teniendo la oportunidad de conocer a aquel gran palomero que se llamó D. Pedro Izquierdo. Este magnífico aficionado solía traer palomos de Valencia y eran, como es natural en la raza valenciana, verrugones de pluma azul — porcelana claro –, que es la mejor pluma del palomo valenciano. Y aunque eran algo gachos, trajo una vez un negro azabache de Valencia que sí que fue Colillano.
- Pedro Izquierdo tenía un sobrino llamado Miguel Sotés Izquierdo, que era muy aficionado al palomo valenciano ya que siempre realizaba sueltas de cinco machos : tres azules, un rosado perla y un blanco limpio.
La raza que yo hacía volar por entonces, de los que había obtenido mi padre (Olguero 75% — Coliconcha 25% ), la crucé con los valencianos de Miguel Sotés Izquierdo y conseguí unos palomos muy bonitos en el aire y ya con más verrugas.
No contento con eso, hacia el año 1920, me propuse crear una nueva raza a base de cruzar sólo razas puras. Para conseguirlo y obtener buenos palomos utilicé un valenciano antiguo, el Olguero, el Rafeño y el Marchenero.
Para obtener el palomo valenciano reformado utilicé tres razas legítimas, cogiendo lo mejor que cada una llevaba dentro, ya que es necesario tener en cuenta que hay Rafeños de buche bajo y ancho y Rafeños de buche estrecho de paquete. Elegí el de buche ancho y bajo y la Olguera corta, ancha de albardilla y de buche, y empecé a obtener la raza que llevé desde 1920 hasta 1930.
Acerca del palomo Olguero hay aficionados que lo llaman de muy distinta manera. He comprobado que se le llama de hasta cinco maneras distintas siendo evidentemente un mismo palomo. Para mí, el nombre que debe recibir es el de 0lguero, pero otros colombófilos lo llaman Golguero, Colguero, Quebrados y no falta quien los llama Murcianos.
Los Olgueros son de dos clases. Hay un palomillo, muy corto de brazo, que es prácticamente inútil para el vuelo por tratarse de un palomo muy estrecho, con el buche de pingajo, que hasta se puede caer al suelo al volar. Hay otro 0lguero corto, ancho y de arrullo ronco, que, en el aire, casi junta la cabeza con la cola, ya que el hueso de la garganta lo tiene, aparentemente, quebrado. Y fue éste, precisamente, el que elegí para hacer el palomo valenciano de raza antigua reformado.
Para los lectores que no me conozcan, les diré que me llamo Domingo Ruiz González, soy Maestro de Obras, nacido en Linares ( Jaén ) en 1909, en donde viví hasta la edad de 54 años, para trasladarme después a Cerdanyola ( Barcelona ), en donde resido ahora.
He consagrado toda mi existencia de aficionado colombófilo a obtener el palomo procedente del valenciano antiguo verrugón, que era gacho y llevaba la cabeza baja. Como he apuntado antes, empecé en 1920 a reformar el palomo a fin de conseguir un palomo bonito en el aire, así como bonito en la mano, de ojo cereza y de buenas verrugas. He difundido palomos de mi especie por toda España y el extranjero y por todo ello soy conocido como colombicultor profesional del palomo buche. El palomo valenciano de raza antigua verrugón lo conseguí actuando de la manera siguiente: crucé una paloma Olguera de buche bajo sin llegar a pisárselo, ancha, corta y ancha de albardilla, de origen murciano, con un palomo Rafeño corto y de buche bajo, aunque ancho de albardilla, igual que su pareja, la Olguera. De esta pareja obtuve palomos cruzados al 50% de Olguero y Rafeño, saliendo ya palomos con la cabeza acarnera4a. De éstos, escogí una paloma que crucé con un palomo valenciano de raza antigua, verrugón, con el ojo de cereza rojo y la cola casi plana, que es el palomo que imperaba allá por 1920.
Lógicamente, obtuve un palomo con el 50% de valenciano antiguo, 25 % de Olguero y 25 % de Rafeño. Después, y con una paloma de este último cruce, la volví a echar a un palomo valenciano de raza antigua y saqué una proporción del 75 % de valenciano, 12 y 1/2 % de Olguero y 12 y 1/2 % de Rafeño.
Fue por esta causa que logré un buen brazo largo de valenciano antiguo, vareta o pluma de vuelo ancha y de tipo corto y ancho por el Olguero y el Rafeño. Este tipo de palomo me costó consagrar diez años, consiguiéndolo hacia 1930, siendo esta la raza a la que más me he dedicado y que hoy conservan y mantienen mis amigos y seguidores.
Los que obtuve en este último cruce fueron muy bonitos pues pertenecen a la especie de verrugas vistas en la mano y volando, con la cola un poquito vuelta al arrancar y al tirarse, colillanos en el aire, metidos en vuelo y sacando el cuello cuando se juntan en el aire con una pieza, ya que sueltan todo lo que llevan dentro.
Repito que a esta raza de palomos le consagré diez años de mi vida juvenil, desde 1920 hasta 1930, y cuentan, por tanto, en la actualidad, cincuenta y cuatro años la raza de palomos valencianos, Raza Antigua Reformada y consagrada por mí a lo largo de toda mi vida hasta la fecha. ……….Continúa 2ª parte.
Domingo Ruiz González. /nov.1986