Palomos de Clase a Rafael Cepero

PALOMOS DE «CLASE» RAFAEL CEPERO

A Rafael

Le parece a uno, que los palomeros, y más si son de la talla de Rafael Cepero, no dejaran el mundo de los Palomos nunca, pero la cruda realidad es bien distinta. Alguna vez oí decir que los grandes hombres no tardan que estén en presencia de Dios y usted, Don Rafael, lo era. Y tal vez fuera así, quizás, alguna tarde, estando Dios contemplando nuestra Andalucía, pusiera sus ojos en Jerez, y viera algo que le llamara la atención. A lomos de un palomo corriente, cabalgaba algo que parecía otro palomo, pero, ¡Ese cuello tan largo y levantao, ese bulto detrás, que le nace de la cabeza y le llega hasta la espalda, esa cola tan abanicada y vuelta hacia arriba!.

¡Que forma más rara y a la vez tan hermosa! Y a lo mejor Dios dijera: Francisco baja y pregunta que es lo que acaba de ver. Este bajó, y con paciencia, empapose de todo lo que, en esencia, era la afición al palomo de «clase». Me han dicho, y he visto, mi Señor, que es una afición muy fuerte hacia un tipo de palomos, que algunos llaman «Alicantinos» y otros «de Clase». Son estos palomos rápidos como el viento y trabajadores como hormigas.

 

Y digo esto, porque están todo el día en el tajo, en el aire, intentando acarrear, a todo el perdido con el que se tope, así como también machos y hembras, intentan atraerse unos a otros a su cajón, en una lucha constante que pasa de padres a hijos, sin principio ni final. Pero lo que más me llamó la atención, es lo que la afición llama «la monta» y que no todos los pájaros la poseen. ¿Sabe mi Señor, lo que es interceptar en el aire a un zurito de paso, acoplarse a él, e ir encima de éste con todas las velas desplegadas, o sea con toda su posible figura puesta en ello? Verdaderamente pone los pelos de punta. Y aquí, es donde estriba la dificultad, porque componerse solo, o sea, sacar la figura volando separado, e ir recortando a la pieza, eso, allá abajo lo consideran, y yo ya lo considero, fácil.

Lo difícil es hacerlo encima, dominando a la pieza, dominándola, pero sin rozarla, como si existiera entre ambos una cámara de aire que ejerciera de potente basculante, porque si la pieza se mueve un centímetro, el pájaro lo rectifica con una suavidad extraordinaria. Y esto lo hacen con una arrogancia, que roza la soberbia. Hay algunos aficionados, como el bohemio Juan Serrano, amante de las cosas profundas, que dicen que eso es arte, y en verdad que estoy empezando a creerlo.

 

Y tal vez fuera así como Dios, contagiado de la animosidad de Francisco, se entusiasmará con «la clase» y quisiera tal vez, «poner unos pajaritos en ensuelta». Pero claro, necesitaba a alguien que le mostrara la esencia de la afición. Y mandó esta vez a Francisco, que le subiera algún aficionado. Conociendo las preferencias de su Señor, no solo escogió al más sabedor de las artes del palomeo, (que hay pocos, pero algunos hay), sino que también escogió al que tenía el mejor y más grande de los corazones, cosa esta, en el mundo de los palomos, casi en vías de extinción. Escogió como no, a Rafael Cepero. Tal vez fuera así, sólo tal vez, pero si de algo estoy seguro, es que no muy lejos de Dios sí que andará usted, como tampoco estará muy lejos suyo, su Bandera viejo, «El Banderita de Rafael» que fue de lo mejor que ha surcado estos aires sureños. Usted fue, con su trabajo diario y humilde, un sabio alquimista, que supo sacar casi de la nada, el palomo que hoy tanto y a tantos nos hace disfrutar. Gracias y hasta siempre Don Rafael.

Rota, Cádiz. PD12-1992

*- VEAMOS UN VIDEO SOBRE PALOMOS DE CLASE

 

 

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