Memorias de un palomero de Linares 02

Memorias de un palomero de Linares 02

Cómo se puede hacer un palomo pica.

Hice también palomos deportivos, conocidos como Picas.

Todo empezó en el año 1935, cuando visitaba la Plaza Redonda de Valencia en dónde se reunían los buenos aficionados a la Colombicultura, entre los que cabe destacar a D. Luis Domenech, que tenía venta de palomos en aquella misma plaza, y que vivía en Alboraya, dedicado a la cría de palomos de raza antigua y Picas.

De este y otros aficionados valencianos llevé a Linares por aquellas fechas cinco buches de raza antigua y cuatro picas, así como una pareja de mensajeros belgas a fin de dedicarlos a pasarles huevos de los buches, es decir, hacerlos servir de amas de cría, puesto que es preciso procurar que todo pichón se críe sano y proceda de palomos que también hayan sido bien criados, debiendo destruirse o desecharse todas las crías enfermizas o encanijadas, debido a que las posibles crías de éstos dan lugar a que los hijos salgan enfermos y cojan mal blanco, o llagas, diarreas, la seca u otras muchas enfermedades.

 

Fue también por aquel tiempo cuando conocí a otros buenos aficionados valencianos, como el Vaquero del Grao o el Alicantino, que tenían asimismo paradas y venta de palomos en la Plaza Redonda de Valencia.

Por entonces también hice Picas deportivos y para ello procedí de la manera siguiente: Tuve la paciencia de coger un buche de raza antigua, azul claro, y echarle una paloma mensajera azul belga de Amberes. Con este cruce obtuve el 50 % de valenciano y el 50 % de mensajero. Una paloma de este cruce, y siempre tomando a la hembra, la crucé de nuevo con un buche valenciano de raza antigua, obteniendo así un palomo 75 % valenciano y 25 % mensajero. Y una vez más, una hembra de este último cruce la uní a un valenciano para obtener el 87 y 1/2 % de valenciano y el 12 y 1/2 % de mensajero belga pura sangre, teniendo siempre el cuidado de cruzar razas puras. Con este último palomo como base lo junté a una paloma salvaje, azul clara, de las que vuelan en los llanos de la Mancha y conseguí un palomo que llevaba un 50 % de Zurito salvaje, un 37 y 1/2 % de valenciano verrugón de raza antigua y un 12 y 1/2 % de mensajero belga.  Al palomo que ya consideraba que sería un buen palomo deportivo le fui metiendo palomas Picas con plumas, para enseñarlo, y conseguí unos palomos en ese temple que cumplía perfectamente en la suelta, ya que, por la parte de arrastre que llevaba del valenciano, realizaba unos estupendos saques.

Así fue como hice los Picas, por los cuales me felicitaron muchos aficionados de todas partes.

Para concluir de contar lo que ha sido mi larga vida no ya de aficionado, sino de profesional colombófilo de carrera, ya que ninguna que se estudie en los centros docentes posee tantos años de aprendizaje. Ahora sólo gozo pensando en que con estas razas que he creado disfruten y las continúen mis discípulos, entre los que hay muchos y muy buenos.

No puedo pasar por alto en mi vida de palomero que allá por el año 1932 llegó a Linares un hombre llamado D. José Córdoba Navarro, hermano de los dueños de la Ferretería Córdoba, de Linares, y que desde primeros de siglo había tenido una ferretería en Sevilla, primero en la Plaza del Pan y después en la Alameda de Hércules.

Este señor fue un gran aficionado y consiguió el palomo que en Sevilla llaman Colillano, conocidísimo entre los colombófilos, y que había sido obtenido con un 25 % de Rafeño de buche bajo, un 25 % de Marchenero Coliconcha y un 50 % de Olguero murciano.

  1. José Córdoba Navarro había tenido su ferretería en Sevilla hasta el año 1932 y había volado palomos por aquella región durante muchos años, en dónde había conocido a muy buenos aficionados, entre los que creo recordar a Paco Reina y a un señor que había sido arquitecto municipal de la cuidad del Betis.

 

Cuando D. José Córdoba Navarro llegó a Linares a instalar con sus hermanos una ferretería, lo primero que hizo fue colocar sus palomos en una buena terraza, en la que construyó unos jauleros desmontables en unas cámaras altas, en los que encerraba a las hembras, dedicando un apartamento para catorce o quince parejas de mensajeros blancos que eran las amas de cría, es decir, a fin de pasarles los huevos de los buchones. Después, D. José Córdoba se dedicó a ver volar los palomos que por aquel entonces había en Linares y así fue cómo llegó a mi casa a preguntar de quién eran los palomos que había visto volar, que fue la forma en que nos conocimos aquel importante palomero y yo.

Desde entonces D. José Córdoba Navarro me trató como si fuese su hermano, amistad que continuó hasta que me vine a vivir a Cerdanyola, en el año 1963.

En Linares, D. José Córdoba conoció a muy buenos aficionados, discípulos míos, que poseían palomos valencianos de raza antigua reformados, que por aquel tiempo ya había logrado yo consagrar como raza propia. Uno de estos amigos era D. Fulgencio Pérez. mecánico de profesión; Montorito, que había sido banderillero; estaba también Ramirito, el confitero; los hermanos Ruiz, sastres, y alguno más que ahora siento no recordar sus nombres, pero que todos eran muy buenos aficionados y entendidos.

 

A Linares acudían a llevarse Palomos valencianos de los míos y cruzados de los de D. José Córdoba desde todas partes de la provincia de Jaén, sin excluir su capital y la Mancha Real. Recuerdo gentes que acudían desde Cazorla, Torreperegil, Úbeda, Baeza, Rus, Beas de Segura, Porcuna, Torredonjimeno, Torreblascopedro, etc…

En Jaén, capital, D. José Córdoba y yo conocimos por aquellos tiempos a muy buenos aficionados, entre los que deseo destacar a un señor muy entendido y que aún conserva la esencia de mis palomos, que se llama D. José García Palacios, recientemente jubilado del cuerpo de correos. Conocimos asimismo al pintor Tuñón, a Manolo Paz, ya fallecido, a Juan Gómez Aguilar, a Pepe Estrella, a Morago el Guarnicionero, al del bar Piedra y al jardinero, –cuyos nombres no recuerdo y lo lamento — que por los años 1940-41 formábamos una tertulia de Palomeros en una bodega, propiedad de D. José García Palacios, y en la que pasamos momentos inolvidables con los temas de nuestra común afición.

A D. José Córdoba le chocaba mucho que mis palomos tuvieran berrugas, cabeza bonita y ojo rojo, visto en la mano y, sin embargo, en el aire, cuando se arrojaban sobre una pieza, se mecían en el aire como un Olguero. Esto queda explicado porque mis palomas, para hacer tal cosa, habían Intervenido mucho las cualidades del valenciano antiguo y esta peculiaridad no la tenían los de D. José Córdoba, que como ya he dicho eran descendientes de Rafeño, Marchenero y Olguera Murciano.

Cuando me instalé en Cerdanyola, en 1964, empecé a construir mi palomar y a criar muchos palomos de raza antigua que es mi principal afición. Pero también hice Picas, por encargo de algunos amigos, especialmente para José Jiménez, que vivía en la Cruz de Barberá.

 

Aquí, en Cerdanyola, estuve volando un Gabino que, durante seis meses logró encerrar a todas las sueltas hasta que los malos aficionados, con indignas artes, consiguieron cogérmelo para criar de él y sacar raza. Esto me hizo prescindir de los Picas y volver a lo que siempre he tenido, aquí y en Linares. Es por todo esto que hoy poseo muy buenos discípulos entre los que puedo citar a D. Antonio Gómez Fernández, que vive en la calle de Aragón, en Barcelona; Moroño, de la Cruz de Barberá; Rafael Porras, de Montcada y Reixach; José López, de Tarrasa ; Juanito, de San Quirico; Félix, de Granollers, así como otros muchos en Mataró y demás localidades cercanas todos buenos amigos y excelentes aficionados. ¡Ah, y cómo no, al Sr. Martín y al presidente de la Cruz de Barberá, Sr. Majin. Para aquellas personas que no están muy bien informados de nuestro arte, quiero decirles que el palomo normal y corriente posee plumas de vuelo, doce de las cuales están situadas en la cola. También hay fenómenos, y yo los he tenido, con 11 plumas de vuelo y 13 en la cola. El palomo bueno debe tener un arrullo ronco y la pata escamosa, pero sin que ésta sea demasiado larga, ya que esto le impide pelear, así como dar vueltas sobre sí mismo. El palomo debe pesar poco y ser casi sólo plumaje. Al palomo fino le salen unas palmerillas entre las plumas y unos pelos que se les ve a través de las plumas, con lo que demuestra la raza que lleva en si el ave…………… Continúa 3ª parte.

Domingo Ruiz González. /nov.1986

 

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